¿Qué es la bodhichitta y qué diferencia hay entre la bodhichitta de la intención y de la acción?

El Dzogchén es una de las enseñanzas más elevadas del budismo y, a través de su estudio, podemos llegar a comprender conceptos cruciales de su filosofía como la bodhichitta.

Namkhai Norbu, maestro y gran conocedor del Dzogchén, ofrece una lectura excepcionalmente asequible en El fundamento del Dharma. En el libro, como veremos a continuación, encontramos términos de uso frecuente, definidos y explicados con detalle; sin embargo, estos han sido mal interpretados o definidos de forma ambigua en muchas ocasiones. 

El Mahayana, que es la enseñanza de los bodhisattvas, habla de tres entrenamientos, pero antes de poderlos llevar a cabo debemos entenderlos.

El primer entrenamiento es la «moralidad», que consiste en aprender a controlar nuestra propia existencia. Esto puede hacerse de dos maneras: aquellos que son incapaces de discernir realmente cuáles son  las circunstancias y cómo encararlas, deben aplicar reglas como las del Vinaya, en cuyo caso es necesario que tomen votos. Por el contrario, los que son capaces de discernirlas y enfrentarse a ellaspueden cultivar la bodhichitta.

Existen dos tipos de bodhichitta: mönpa y jugpa. Mönpa significa «intención» y jugpa «entrar en acción», «aplicar». Así pues, existe la bodhichitta de la intenciónyla bodhichitta de la acción.

La enseñanza sútrica del Mahayana ofrece muchos análisis de estos dos tipos de bodhichitta. En algunos casos señala que la bodhichitta de la intención se relaciona con la verdad relativa y la bodhichitta de la acción con la verdad absoluta, pero estos análisis no son lo fundamental. El verdadero sentido de mönpa es que siempre hay una intención tras todo lo que hacemos, y que para actuar según la intención correcta antes que nada debemos descubrir que todas nuestras acciones parten de una intención. Por ejemplo, si vemos a alguien sufriendo por falta de comida, pensamos en ofrecerle algo para ayudarlo. Primero tenemos la intención de dar, luego actuamos y, finalmente, nos sentimos satisfechos por la acción que hemos realizado. De esta manera acumulamos karma positivo. Ahora bien, lo mismo se aplica al karma negativo: si odiamos a alguien, puede surgir la intención de hacerle daño, luego viene la acción y finalmente la satisfacción. Por tanto, lo primero de todo es la intención. Cultivar la bodhichitta significa examinar nuestra intención y, cuando sea necesario, corregirla.

El auténtico principio de la Bodhichitta es el Conocimiento de nuestra verdadera condición: la condición absoluta. Ahora bien, ello implica saber que, por el contrario, vivimos en la condición relativa. El Buda dice que todo es irreal, como un sueño o una ilusión, y sus palabras no son una construcción intelectual; el Buda dice esto porque así son las cosas. Si de veras comprendemos esto, descubrimos la auténtica bodhichitta. Pero, ¿cómo podemos alcanzar esta comprensión? Antes que nada, comprendiendo la condición relativa.

El fundamento del Dharma. Una aproximación al Dzogchén.

En la enseñanza Dzogchén, cuando usamos el ejemplo del espejo, decimos que para comprender la potencialidad del espejo necesitamos los reflejos. Para que haya un reflejo, necesitamos un objeto frente al espejo, pues el reflejo se manifiesta gracias a la interdependencia entre el objeto y el espejo. El reflejo es irreal, pero a través de él podemos descubrir la infinita potencialidad del espejo. De la misma manera, a través de la bodhichitta relativa podemos comprender la Bodhichitta absoluta.

Es fácil ver lo importante que es la bodhichitta relativa, no solo para avanzar en el Sendero, sino también para vivir bien y en armonía. Pero se debe aplicar, en vez de dejarla permanecer como una mera idea. Mucha gente opina que la bodhichitta es un bello concepto, pero hacer esto no es más que glorificar o promover la bodhichitta, lo cual dista de nuestro propósito, que es comprender y encontrarnos en el verdadero Conocimiento: la Presencia Instantánea. Si estudiásemos la bodhichitta relativa y la Bodhichitta absoluta y analizáramos sus sentidos según las distintas escuelas, desarrollaríamos un saber meramente intelectual que no cambiaría en lo más mínimo nuestra condición. Ahora bien, si por el contrario comprendemos el verdadero significado de la bodhichitta y lo integramos en nuestra condición, automáticamente nuestro comportamiento cambiará.

Esto se aplica sobre todo a gente que sigue la enseñanza en la Comunidad y a veces salta a niveles muy altos, olvidándose de la base de la cual partimos. Tal vez alguien oye hablar de kadag y lhundrub, escucha que desde el comienzo todo es perfecto, y después de recibir esta introducción oral por parte del maestro, piensa que lo ha comprendido y que con ello basta, por lo que se siente satisfecho y se olvida completamente de que se encuentra en la condición relativa. En consecuencia, se paraliza y su comportamiento externo no se manifiesta como debería. 

La importancia de observarse a mismo 

Quien ha comprendido correctamente e integrado el principio de la Bodhichitta, independientemente de que esté o no comprometido por reglas o votos, se comporta siempre de manera apropiada. Si el sol brilla con sus infinitos rayos, la oscuridad no puede manifestarse, pues tal es la naturaleza de la luz. De la misma manera, quien comprende e integra en su condición la verdadera Bodhichitta no puede manifestar una condición que sea su perfecto contrario. Siempre señalo a los practicantes que observándose a sí mismos pueden descubrir si la enseñanza está funcionando o no, si están o no realizándose. Una vez una persona me preguntó: «¿Cómo puede alguien saber cuándo se ha iluminado?». Tales preguntas surgen de pensar que la Iluminación es algo misterioso, oculto en algún lugar. 

Ahora bien, la Iluminación es como el sol: si hay sol, no hay oscuridad. Y si no hay oscuridad, ¿cómo puede haber alguna duda? De por sí, el tener dudas significa que se está en la oscuridad, que no se ve la luz del sol; en cambio, tan pronto como sale el sol, uno lo nota y la duda desaparece. Por medio de los tres aspectos de la existencia –el cuerpo, la voz y la mente–, podemos determinar si hemos o no comprendido e integrado de veras la Bodhichitta. Pero debemos recordar que la Bodhichitta absoluta –el Estado Primordial con sus dos aspectos, que son kadag y lhundrub– no es la única bodhichitta, pues también existe la bodhichitta relativa.

En la enseñanza Dzogchén se habla siempre de la integración y de la enorme importancia de integrar todos los aspectos de la existencia en la Contemplación. El Tantrismo habla del Mahamudra: el Conocimiento surge a través de los símbolos y al final toda nuestra existencia se integra en el símbolo total del que nada está excluido. Lo mismo ocurre en el Estado de Contemplación total que corresponde a la Bodhichitta absoluta. Mientras no tengamos la capacidad de integrarlo todo en la Contemplación, debemos distinguir entre lo relativo y lo absoluto; solo cuando ya no tengamos ninguna consideración de algo aparte de lo absoluto denominado «lo relativo», nos hallaremos en una total integración. Esto también está implícito en la comprensión de la Bodhichitta. 

De hecho, como digo a menudo, a partir del cristal se manifiestan muchas luces de colores, las cuales simbolizan la energía tsal, que constituye lo que consideramos como un universo externo. ¿Qué es entonces la realidad? La realidad es nuestra energía. ¿Y cuál es la compasión de la Bodhichitta? La compasión es nuestra energía; es como la luz emitida por el cristal. ¿De dónde surge la luz? Del cristal. ¿De dónde surge la compasión? De nuestra condición, de nuestra potencialidad, pues es una de las cualidades que le son inherentes. Si no comprendemos esto no podremos obtener la integración. En nuestra vida diaria tendremos muchas confusiones y problemas que no podremos soportar y, por tanto, empeoraremos nuestra situación. ¿Por qué han surgido tantos problemas que nos abruman? Pues porque no hemos comprendido e integrado la Bodhichitta. 

En el sistema de Sutra del Mahayana la bodhichitta relativa se cultiva pensando en el sufrimiento de todos los seres e imaginando que todos ellos son nuestros familiares. Es cierto, todos los seres han sido alguna vez nuestra madre, nuestro padre y nuestros hijos. De hecho, ¿cuándo comenzó el samsara? Se dice que el samsara es infinito porque no tiene comienzo ni final. Sin embargo, hay enseñanzas budistas que afirman que el samsara no tiene comienzo, pero sí puede tener un final; por ello los bodhisattvas se comprometen a transmigrar hasta que el samsara esté totalmente vacío, y tienen el valor de padecer sufrimientos por el bien de los demás.

Un kalpa es una enorme duración de tiempo compuesta de innumerables años. El Mahayana señala que la realización total se manifiesta al cabo de tres kalpas inconmensurables; que el valiente e incansable bodhisattva acumula méritos actuando por el bien de otros durante tres kalpas, y solo después de ello manifiesta la realización. Este es un buen ejemplo. Nosotros, en cambio, no soportamos nada ni siquiera por un año. ¿Cómo podríamos soportar sufrimientos durante tres kalpas? A veces alguien que tiene que sacrificarse por algunos años dice: «Ya fue suficiente, estoy harto, ya no lo soporto más». Y tal vez busque encontrarse en otra situación, pensando que podrá soportarla. Ahora bien, no hay nada en el samsara que pueda soportarse a menos que se tenga un gran propósito, y ese gran propósito es el del Bodhisattva, que lo soporta todo por el bien de los seres que sienten. 

Consideremos, por ejemplo, lo que ocurre en las familias. Aunque los esposos se toleraron muy bien cuando estaban enceguecidos por la pasión, en un cierto punto el marido ya no tolera a la esposa o la esposa al marido, pues la pasión está ligada al tiempo y el tiempo a las circunstancias. A medida que el tiempo pasa y las circunstancias cambian, la pasión disminuye y las condiciones se manifiestan de manera distinta. Con las personas ocurre como con las ores: aunque sean muy hermosas se marchitan y ya no las toleramos. Y si esto ocurre entre dos personas que viven juntas porque así lo han decidido, podemos imaginar lo que ocurre en un grupo. Dos personas tienen solo dos opiniones distintas, pero en un grupo de diez personas hay diez opiniones diferentes, lo cual hace que sea mucho más difícil que se soporten mutuamente. 

Al comienzo, las personas que se comprometen a trabajar para la Comunidad son muy entusiastas y quieren hacer muchas cosas, pero después de unos días sienten que otros los critican, que no están de acuerdo con ellos, y así se hartan, se amargan y acaban sintiéndose incapaces de soportar más y seguir adelante. Si pasamos de un grupo a un país, podremos ver que hay un montón de partidos políticos, sindicatos y facciones enfrentados entre sí. Y así, día tras día, se generan muchos problemas y confusión, y cuando al final se alcanza una decisión con respecto a un cierto problema, de alguna manera hay que seguir adelante, se dice que esa es la solución. Y si pasamos nuestra mirada de un país al mundo entero, tal vez se piense que uniendo a las naciones resolveremos todos los problemas, pero en realidad ni siquiera los países que conforman las Naciones Unidas están de acuerdo entre ellos. 

Los problemas no se resuelven de esta manera. Por lo general todo el mundo mira hacia fuera y nunca a su propia condición, y piensa que la solución deberá venir de fuera. Pero ello no es así; la solución a nuestros problemas debe provenir de nosotros mismos. Comprendiendo esto, el Buda y todos los bodhisattvas comenzaron observando su propio egoísmo.

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