Los beneficios de meditar en la transitoriedad y el error de no hacerlo, según los fundamentos de la práctica del Vajrayana
Dudjom Rimpoché (Jidrel Yeshe Dorje) nos invita en este fragmento de Una luz en el camino hacia la libertad a reflexionar acerca de la transitoriedad de la vida desde una perspectiva budista. Si uno centra su vida en el apego a los objetos y a los deseos mundanos nunca logrará salir de la existencia cíclica. En cambio, la práctica meditativa que han llevado a cabo diversos maestros, cuyos versos encontrarás citados en este texto, es el camino definitivo hacia la liberación.
Jidrel Yeshe Dorje fue reconocido a temprana edad como maestro reencarnado. Estudió y practicó en las mejores universidades monásticas del Tíbet. Tras su exilio en la India, fue designado por el Dalai Lama como cabeza de la escuela Ñingma. Desde entonces, llevó las enseñanzas budistas a todos los rincones del globo. En 1980 fundó un centro de enseñanza y meditación en la Dordoña francesa, donde falleció en 1987.
El error de no meditar en la transitoriedad
El hecho de no reflexionar sobre la transitoriedad tendrá las consecuencias negativas que se exponen a continuación.
Estando exclusivamente bajo el dominio de las cosas de esta vida, todo lo que podamos llegar a conseguir no será más que algo de dinero, fama, apego, aversión, pereza, acopio de riqueza, desánimo, disputas y un poco de práctica breve del Dharma, pero nada más que esto.
Así no nos vamos a liberar muy deprisa de la existencia cíclica. Si ni tan siquiera las tareas ordinarias se pueden cumplir con una dedicación meramente ocasional, cuando se tiene tiempo, ¿qué decir del logro de la liberación y el despertar? Tenemos que aplicarnos con gran diligencia durante un largo periodo de tiempo hasta que obtengamos la budeidad.
Pensad en cómo eran los seres despiertos como Dipamkara y Shakyamuni. Empezaron siendo como nosotros, pero gracias a la fuerza de su diligencia se convirtieron en budas. Puesto que nosotros nunca hemos generado diligencia, aún estamos vagando por la existencia cíclica. Budas incontables vinieron y pasaron al nirvana, pero nosotros no fuimos objeto de sus actividades sanadoras y ahora, debido a nuestras acciones, continuamos deambulando indefinidamente por la existencia cíclica. Es importante reflexionar sobre todo esto y, ahora, en esta vida, ser guiados en el camino hacia la liberación. Esta vida es como un préstamo a corto plazo. Reflexionad, pues, sobre la transitoriedad, y dedicaos sinceramente a practicar el Dharma esencial. Por eso se dice en La práctica del Bodisatva:
Si de hoy en adelante no me esfuerzo,
voy a caer en estados cada vez más inferiores.
Consagrados al beneficio de todos los seres,
incontables budas ya han vivido y fallecido.
Pero yo, a causa de mis faltas, no he logrado
recibir el influjo de sus obras curativas.
Y este será siempre mi destino
si continúo comportándome así,
y sufriré enfermedad y servidumbre,
heridas y amputación en los reinos inferiores.[1]
Los beneficios de meditar en la transitoriedad
Se dice que los beneficios de meditar día y noche en la muerte y la transitoriedad son ilimitados. Entre otras cosas, te das cuenta de que todo lo que aparece es perecedero, de modo que adquieres un profundo sentido de desapego hacia los objetos externos.
Se enciende el fuego de la diligencia para hacer acciones positivas. Empiezas a sentir un miedo sincero y fuera de lo común hacia los sufrimientos de la existencia cíclica. Al haber entendido que en el momento de la muerte nada puede serte de ayuda, abandonas las actividades de esta vida.
Utilizas tu cuerpo, tu palabra y tu mente para practicar el Dharma, sin dedicar ni un momento al ocio ordinario. Puesto que comprendes cómo las acciones maduran en resultados, se generan el desencanto y la determinación de liberarte. Puesto que sabes que el momento de la muerte no se puede predecir, no confías en nada. En tu continuo mental nacen muchas virtudes que anteriormente no tenías. Dejas de creer que las cosas son eternas. No te apegas a los amigos y parientes y no odias a los enemigos. Tienes una diligencia constante para hacer acciones positivas. Comprendes que la vida es una ilusión. Completas las dos acumulaciones de mérito y sabiduría. El Sutra del nirvana dice:
De entre todos los cultivos, el que da la cosecha en otoño es el mejor.
De entre todas las huellas, la del elefante es la mayor.
De entre todos los pensamientos, el de la transitoriedad y la muertees el más excelente:
detiene todos los pensamientos vinculados con los tres mundos.
El Gran Maestro dice:
Conseguir las libertades y las ventajas es prácticamente imposible,
pero, aunque las hayas logrado,
no hay modo de saber cuándo morirás, porque la muerte, como el
juego de un relámpago, es impredecible.
Con cada día, cada hora, la vida se agota.
Así pues, no pospongas tu práctica, Hijo de mi Palabra.
Nagarjuna escribe:
Como si se hubieran incendiado tu pelo o tu ropa,
abandónalo todo para ponerle fin a esto
y haz lo posible para no volver a nacer:
no hay un objetivo o una necesidad mayores.[2]
Y Padampa Sangye:
Si primero termináis lo que tenéis que hacer, nunca llegaréis al Dharma;
gente de Tingri, mientras os lo estáis pensando, practicad ahora
mismo.[3]
Así, pues, rechazad todo lo superficial en este mundo como si se tratara de salivazos en el polvo y practicad el perfectamente puro y sagrado Budadharma según las instrucciones de los budas y los bodhisattvas. Pensando «¡Para que sea capaz de hacerlo, precioso maestro, en ti pongo mi confianza!», recitad fervientemente la siguiente oración:
Las percepciones de esta vida no son más que circunstancias
temporales, como un sueño:
que desde el corazón tenga plena conciencia de la transitoriedad y
la muerte.
Te lo suplico, precioso maestro,
bendíceme, señor incomparablemente bondadoso.
Notas:
La práctica del Bodisatva, IV, 12 (segunda mitad), 13 y 14.
Carta a un amigo, 104. Esta estrofa ha sido interpretada de formas distintas en varios comentarios.
Consejos en cien estrofas para la gente de Tingri, 18.