8 caminos para el cultivo del amor incondicional según el Buda

Bhante H. Gunaratana es doctor en filosofía, monje budista desde los veinte años y autor de éxitos de ventas como El libro del mindfulness o Más allá del mindfulness. En este fragmento de su libro El cultivo del amor incondicional, Gunaratana expone las vías expuestas por el Buda en sus discursos para ahuyentar el sufrimiento que nos causan la avidez o el odio y transitar, en cambio, una vida anclada en el cultivo del amor hacia uno mismo y los demás sin condiciones.

En los Discursos numéricos (Anguttara Nikaya), el Buda enumera ocho formas de cultivar el amor incondicional y también dice: «Monjes, once son los beneficios de liberación de la mente conseguida a través de la búsqueda, el desarrollo, el cultivo, la consolidación y la comprensión adecuada hasta convertir al amor en un vehículo y en un fundamento». Estos ocho pasos son progresivos y se erigen uno sobre otro.

1. «Asociación» a través de la repetición

Son muchos y muy profundos los beneficios que conlleva asociar nuestra mente a pensamientos amorosos. Si nuestro pensamiento y nuestras acciones afirman el amor incondicional, pero no como una obligación, sino como algo de lo que realmente disfrutamos, este acabará convirtiéndose en una especie de segunda naturaleza que reemplazará de forma gradual el resentimiento y el miedo.

Podemos practicar a solas o en grupo. Si estamos solos, hablemos o cantemos en voz baja. Para ello, recomendamos recitar el Discurso sobre el amor incondicional del Buda. En este enlace tienes diversos guiones para hacer las meditaciones. Son tantos y tan poderosos los efectos curativos del Discurso sobre el amor incondicional que, en muchos países asiáticos, se recita durante las ceremonias de nacimiento, boda, inauguración, durante las comidas, por la mañana, por la noche, cuando alguien está enfermo, y en muchas otras ocasiones.

Repite una y otra vez los pensamientos amorosos hasta que metta se asiente en tu mente. La práctica regular de metta resulta de gran ayuda en las situaciones difíciles.

2. Cultivo

Si queremos cultivar una planta debemos empezar quitando las piedras, desbrozando las raíces y arrancando las malas hierbas. Luego tenemos que abonar el suelo, sembrar las semillas o los bulbos y, finalmente, cuidar adecuadamente las plantas hasta que florezcan y den fruto.

Con el mismo esmero debemos cultivar nuestra mente si queremos que florezca el amor incondicional. La práctica de la meditación mindfulness sirve precisamente para eliminar los obstáculos que impiden el florecimiento del amor incondicional, es decir, los venenos de la avidez, el odio y la ignorancia. De esta práctica hablo detenidamente en El libro del mindful­ness. Y ello incluye la recitación de las frases e intenciones de metta, lo que consolida el hábito del amor incondicional y favorece su integración en la vida cotidiana. Así es como la práctica se fortalece.

Mindfulness es una de las enseñanzas más importantes del Buda. Desde el momento de su iluminación hasta el momento de su muerte a los ochenta años, casi todas las enseñanzas del Buda subrayaron la importancia del mindfulness. La lectura del Discurso sobre el amor incondicional, en donde el Buda equiparaba la práctica de metta a la práctica del mindfulness, evidencia claramente la importancia que le atribuía. Mindfulness es esencial porque descubre y sostiene el amor incondicional. Pero no basta con mindfulness porque, en ausencia del amor incondicional, nuestra práctica nunca será lo suficientemente fuerte para trascender la sensación contraída de identidad. Mindfulness, en suma, es un requisito imprescindible para el desarrollo del amor incondicional, pero el desarrollo de ambos deben ir de la mano.

Los pensamientos de amor incondicional impiden que nos veamos afectados por los venenos de la avidez, el odio y la ignorancia. Rogamos para que todos los seres vivan siempre en paz y armonía.

3. Amplificación

Los atletas olímpicos practican arduamente, a veces desde su misma infancia. También nosotros debemos asumir el mismo compromiso con la práctica del amor incondicional. Cuanto más practiquemos, más establecida se hallará la paz en nuestra mente. Y, del mismo modo que alimentamos nuestro cuerpo con la mejor comida disponible, debemos alimentar también nuestra mente con metta. Cuanto más practiquemos el amor incondicional, más desarrollaremos nuestra capacidad de enviarlo a todo el universo y a todos los seres vivos, y más se amplificará su poder y su efecto.

Llegará un momento en el que nuestro amor incondicional se estabilizará y podremos descubrir que, cuando alguien se enfada con nosotros, seguimos manteniendo la compostura. La práctica de metta nos ayuda a permanecer tranquilos y relajados y, cuando nuestra mente está colmada de amor incondicional, podremos ayudar incluso a una persona enfadada a tranquilizarse y recuperar la paz. En tal caso, podemos ver que la persona sufre debido a la ira. Cuando nuestra respuesta es serena y relajada, la otra persona también puede calmarse. Y esto es algo que ocurre de manera natural.

4. Vehículo

La palabra pali yana, que significa vehículo, se utiliza para describir formas de práctica o escuelas de estudio. Si entendemos esta metáfora utilizada por el Buda, metta es una forma de transporte, un vehículo que empleamos para enfrentarnos a nuestra vida y a todos los seres. En el Discurso sobre los dos tipos de pensamiento (Dvedhavitakka Sutta), el Buda señaló que lo que repetimos en nuestra mente acaba convirtiéndose en un hábito. Y, cuando metta se convierte en un hábito o en un reflejo, podemos confiar en que nos proporciona paz y felicidad. Independientemente de que estemos de pie, sentados, caminando, trabajando o sumidos en cualquier otra actividad, la práctica impregna nuestra mente de amor incondicional. No es necesario hacer el menor esfuerzo para cultivarlo. Siempre está presente en forma de un hábito profundo que nos impide tornarnos defensivos o reactivos.

Este vehículo nos lleva hasta el camino divino que nos libera de la avidez, el odio y la ignorancia y ejercita todos los factores de la iluminación.

5. Fundamento

Deja que la práctica de metta se convierta en el fundamento del desarrollo de la felicidad y el cultivo de la concentración. Deja que metta se convierta en el fundamento del pensamiento, la palabra y la acción sana. Deja que metta se convierta en el fundamento de la generosidad, la moral y la colaboración. Deja que se convierta en el fundamento que te sostiene. Ese fundamento representa la estabilidad. Cuando tu práctica de metta es lo suficientemente estable, experimentas una paz y una felicidad completamente independientes que no desaparecen cuando las circunstancias cambian. Asentado en ese fundamento estable podrás alcanzar fácilmente la concentración meditativa.

6. Experiencia

Metta no es una filosofía ni una teoría, sino una experiencia basada en la práctica. Su práctica regular y sostenida acaba convirtiéndola en una experiencia directa. Lleva el amor incondicional a tu vida cotidiana y experiméntalo en tu corazón y en tu mente. Esto es de una importancia capital, porque lo que procede de tu corazón influye profundamente en los demás.

El Buda hablaba desde el corazón y abría a las personas la puerta de acceso a la sabiduría. Él enseñaba que, antes de aconsejar a los demás, debemos integrar la práctica en nuestra vida cotidiana. Solo podemos ayudar a los demás cuando nuestra práctica se arraiga en la experiencia.

Cuando emprendas la práctica del amor incondicional, hazlo sin esperar recompensa ni reconocimiento alguno. No necesitas que nadie sepa que estás practicando metta. Hazlo en silencio. Cuando vivas con esta actitud, estarás practicando metta. Tú eres el amor incondicional. ¡Y recuerda que la perfección se deriva de la práctica!

7. Hábito

Reflexionar en el amor incondicional nos ayuda a permanecer tranquilos, pacíficos y felices. No basta, para integrar algo en nuestra vida cotidiana, con tener un atisbo de ello. Para convertir metta en una respuesta automática como la respiración o el parpadeo, pon en marcha el fruto de tu meditación, independientemente de que lo valoren o no y sin necesidad de que nadie sepa siquiera lo que estás haciendo. Como dice un conocido refrán: «Siembra un acto y recogerás un hábito. Siembra un hábito y recogerás un carácter. Siembra un carácter y recogerás un destino». Tal es el poder del hábito.

8. Practica bien

La avidez y el odio son las raíces de todo sufrimiento. Practica metta para superar el sufrimiento. Pero, para llegar a este lugar, debemos practicar bien.

¿Y cómo practicamos bien? Empieza el día con pensamientos amorosos. Recuerda, apenas despiertes por la mañana, que quieres vivir una vida sana y tranquila. Lo que haces a primera hora de la mañana tiene un impacto en tu mente durante el resto del día. Sé amable y bondadoso contigo. No te causes daño de pensamiento, palabra u obra. Perdona a quienes te han ofendido. No mires a los demás por encima del hombro. Reconoce que todos tenemos debilidades. Todo esto abre la puerta a la verdadera comprensión de las raíces del sufrimiento. Y, cuando comprendemos realmente el sufrimiento, podemos practicar bien a lo largo del día y de toda nuestra vida.

No basta con sentarnos a meditar y recitar el Metta Sutta, sino que debemos vivir y practicar, física, mental y verbalmente, los ocho pasos para cultivar metta. Cuando metta impregna tus acciones, los ocho pasos de la práctica estarán presentes en cada momento.

Tu vida será entonces más sincera y sosegada y los demás lo sentirán.

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